Reflexiones compartidas de un 7 en búsqueda de la redención

Buscando siempre fuera mío la respuesta, tantas opciones, tantas emociones, tantas decisiones, tantos carriles hacia donde ir y siempre lejos de mí. De repente, después de muchos años, mucho trabajo, mucho sufrimiento y mucha lectura, empecé a entender lo que significaba la fijación del 7 en el Eneagrama.

La Gula, muchos pensamos que la gula es querer comerse todo, confundimos la gula con el exceso del 8, con esa lujuria de querer mucho de todo. Pero la gula del 7 no es el exceso sino la inconstancia, la insatisfacción de no poder quedarse con una sola cosa, en un solo lugar, con una sola decisión. La gula nos maneja, nos lleva lejos de nuestro centro. Es ir de compras y no poder comprar solamente un par de zapatos que te gusten sino tener que comprar el ato en varios colores, el mismo sweater de varios colores y a veces en diferentes tallas. No sé cuál querré usar, no puedo quedarme con uno solo, pienso, creo que necesito lo mismo pero con diferentes opciones. No hay algo que nos mantenga enfocados en eso, no hay algo que sea suficiente, siempre hay necesidad de mirar y querer más. Somos como un niño que va a una juguetería y no sabe que juguete quiere y si quiere un juguete lo quiere de diferentes maneras sin darse cuenta que con uno basta. Creemos que el gusto está en la variedad y no en una sola cosa consistente.

A veces he sentido que me divido en muchas partes queriendo abarcar todo y sin encontrar la satisfacción. Muchas veces confundí la gula con el comer mucho, que también me ocurre pero no es necesariamente la gula del 7. Esta no se trata de comer mucho sino de todo. Vamos al restaurante y no podemos decidir si queremos pollo, carne o pescado. Chocolate, fresa o vainilla. Por qué no puede ser un buffet? Eso es la vida para un 7. Es un gran buffet en el que se tiene que probar de todo un poco. No es que uno quiera mucho de una sola cosa pero si muchas cosas diferentes. Ahí creo que esta la diferencia con el exceso del 8, que tal vez sea mucho de una misma cosa o mucho de todo.

Nuestra energía se dispersa y nos cuesta ser constantes; nos cuesta mantener nuestra atención en una sola cosa, en un solo enfoque. Muchas veces esto es beneficioso pues uno puede hacer muchas cosas a la vez y terminarlas y sacarle provecho al tiempo, pero otras veces no nos permite realmente estar presentes y disfrutar de una sola cosa o una sola persona, que es lo más importante.

Siendo un 7 social se me hace un poco más difícil el poder centrarme en mi mismo pues la energía hacia afuera, hacía los demás, se intensifica.

Lo peor que le puedes hacer a un 7 es invitarlo a un lugar con mucha anticipación pues ya le cortaste su libertad. No hagan planes por mí, déjenme libre. Dejen que yo opte por la opción que quiera en el momento que quiera. Si es un viaje, muy difícil ir en un tour pues ya tienes definida la ruta y no hay opción de cambiar. Lo mejor es tener el vuelo de regreso abierto o con opción a cambio. Uno nunca sabe que puede presentarse y no hay que cerrar las puertas.

Lo mismo pasa con las ideas que pululan en la cabeza, uno hace el esfuerzo por compartir un pensamiento o una idea de la manera más clara posible pero antes de poder expresarla se juntaron tantas ideas, tantas posibilidades que no sabe por cual optar. Estas contando una historia y enseguida vino otra a la memoria que la anterior te hizo recordar; luego vuelves a la anterior y entre medio te acordaste que tenías algo que hacer. Vas hacia eso que tenías que hacer y en el camino te acordaste que tenías una llamada pendiente. Subo, bajo? No, mejor me quedo y ordeno la habitación para poder luego sentarme tranquila a seguir conversando lo que había dejado pendiente hace unos momentos. Así la mente vuela de un tema a otro.

Si te sientas frente a la computadora para ver una película, en eso te diste cuenta que entraron amigos a skype, te tientas a llamarlos, pero te acordaste que había alguna compra que habías dejado pendiente en internet y decides indagar eso. Te aburriste. Entonces miras a tus otros amigos en facebook y luego te acordaste de una palabra que leíste hace unos momentos atrás y quieres saber el significado etimológico. Entonces entras en el diccionario y en eso, apareció algo más interesante que te llevo a Amazon a comprar un libro sobre un tema por el cual se te acaba de despertar la curiosidad. Compras el libro y recuerdas que ibas a ver la película pero ya es tarde y tienes que salir, hay que ir a arreglarse. Vas a tu habitación donde habías dejado las sales de baño para darte un baño relajante pero ya se te hizo muy tarde entonces te das una ducha rápida y sales volando a la cena donde estabas invitada.

Si es un viernes cuando tienes casi 20 años, te llaman amigos y amigas para hacer algún plan a la noche pero no quieres cerrar con nadie. Quieres dejar las posibilidades abiertas y recién a última hora decidir con quién quieres salir.

Es agotador, pero gracias a que conocí el Eneagrama y lo uso como herramienta para mi autoconocimiento, mucho de esto ya queda en el pasado. Sin embargo es parte nuestra y siempre tenemos que estar alertas a no volver a caer en los mismos patrones de conducta.

Ahora, si hablamos de los mecanismos de defensa, van mejorando con el tiempo también pero lo cual no quiere decir que sea fácil. No debemos borrarlos de nuestras vidas pues hay momentos en los que nos son muy útiles, sobre todo cuando podemos controlarlos y estar despiertos. Se pueden usar como recursos en momentos determinados. Pero que duro se nos hace cuando recordamos algún momento en el que no vimos lo negativo de alguna situación, de alguna relación y nos quedamos enganchados por un buen tiempo. Siempre pensando que debe de haber un motivo, una razón para algo que nos sucede y no nos agrada. Nos es muy difícil aceptar que algo no sale de la manera que pensábamos o queríamos, entonces es ahí que buscamos la racionalización y buscamos las excusas para anestesiar nuestro dolor, para no enfrentarlo, para negarlo. Es más, no existe el dolor. Si no lo enfrento, no lo confronto es porque no existe.

Así es como pasa el tiempo y uno no se da cuenta o no quiere darse cuenta de las cosas negativas. Digo no quiere darse cuenta pues muchas veces es como que en el fondo de nuestra mente, como mirándonos, hay alguien dentro nuestro que se da cuenta, hay una vocecita que muy bajito nos dice que algo no anda bien, pero preferimos ponerle bulla, movimiento, planes, distracciones y no enfrentarlo. Hasta que un día nos sobrepasa totalmente y explotamos con la ira o nos fundimos en una profunda depresión. Es por eso que he aprendido que mejor al toro por las astas. Es mejor ir decantando los problemas en la vida y no dejar que nos abrumen un día y nos tapen. Es mejor aprender a lidiar con lo que no nos gusta también, pues así es la vida, una de cal y una de arena. Es allí que podremos gozar verdaderamente de nuestros logros y nuestras ideas. Manteniéndonos en una línea hasta profundizar algo, para disfrutarlo y realmente sentirlo y si es posible tocarlo. Vivir en el ahora es la gran lección que aprendí y que sigo aprendiendo cada día. Y seguiré hasta el día que me toque dejar este plano y seguir más allá.

Luz María Fernández