¿Cómo finges? ¿Cómo te disfrazas?
Pasión o motivación fundamental: La vanidad. En este eneatipo la apariencia ha llegado a tomar el lugar del ser auténtico y la propia imagen de sí creada a partir de lo que los demás quieren ver llega a adquirir el rango de identidad propia. Nos encontramos ante un tipo de persona (generalmente mujeres) que gasta mucha energía en cultivar esta imagen con el propósito compulsivo de ser gustada, deseada, admirada. Esta imagen engrandecida requiere de mucha preocupación y cuidado, por lo que toda la energía se va en mantener el brillo de esta belleza artificial y calculada. El valor propio se funda en la belleza estética y/o en la eficiencia espléndida, por lo que hablamos de una persona esencialmente superficial, vaciada de un mundo espiritual rico y confortable. En este sentido hay aquí una profunda sensación de soledad y una confusión de identidad de base que cuesta llegar a reconocer detrás de tantas capas de maquillajes existenciales de todo tipo. De este modo, todo en este carácter es apariencia, fachada, capa de barniz: desde las emociones hasta las ideas a las que supuestamente adscribe, llegando al punto de no saber quién es realmente.
Fijación e ideas locas: (Auto)engaño. El pensamiento ilusorio de este eneatipo tiene que ver con la creencia de que lo que aparece a la vista, en la superficie, es la verdad de fondo. De este modo, se llega a convencer de que la realidad misma no es otra cosa que lo que uno muestra ante los demás, una especie de maqueta o de máscara maquillada. Ser uno mismo viene a significar engañar a los demás y creerse ese engaño, no pudiendo luego discernir entre el ser y las apariencias. Este pensamiento penetra toda la vida de estas personas, tanto la vida sentimental como la laboral. El objetivo de los esfuerzos es el éxito y éste es entendido en términos cuantitativos y externos, como más de cada cosa y como reconocimiento y admiración de un público potencial. De este modo una vida inauténtica queda legitimada desde una inconsciencia que justamente la hace posible. El ser visto se convierte en la meta implícita y explícita de toda acción en el mundo, en desmedro de todo encuentro directo y de toda intimidad auténtica con los demás y con las cosas. Hay en este eneatipo una dificultad extrema para comprender aquella frase del principito según la cual “lo esencial es invisible a los ojos”. Algunas de las ideas locas que encontramos aquí son: “el mundo es un teatro donde todos fingen”, “fingir es la única manera de tener éxito”, “los sentimientos verdaderos no deben expresarse”, “yo no debería tener problemas”, “la medida del valor propio es el éxito y éste es lo que el mundo valora como tal”, “tenemos un lugar en el mundo en la medida que seamos útiles”.
Rasgos caracterológicos: Este eneatipo corresponde a los tipos de personalidad descritos clásicamente en los espectros histérico e histriónico. De orientación estética e impresionística, presenta una compulsión por aparentar una imagen de sí que resulte objetivamente apreciable por los demás. Suele dedicar tiempo y dinero a embellecer su aspecto físico por medio de cosméticos, yendo a la peluquería o al solarium. En las relaciones íntimas tiende a fingir sentimientos y sensaciones agradables a fin de complacer a esa persona. Fuertemente orientado al éxito, a la eficiencia y al estatus socio-económico, busca trepar en sus trabajos y llegar lo más arriba posible, así como relacionarse con personas de importancia reconocida. De carácter camaleónico, se camuflan dependiendo del contexto, pudiendo ser “intelectuales” en una determinada reunión y amantes de la moda o del deporte en contextos diferentes. Es como si tuvieran una máscara para cada ocasión. Les falta espontaneidad y verdad en su actitud en general y en sus reacciones, dando la impresión de ser personas “frías y calculadoras”. Serviciales y ayudadoras, siempre intentando dejar una buena impresión de impecabilidad. Sexualmente manifiestan la típica dualidad histérica del “mírame pero no me toques”, buscando seducir y acaparar miradas, pero no encuentros íntimos. Orientadas al pragmatismo, la ciencia y la tecnología, se esfuerzan por estar a la vanguardia. Han aprendido a cuidarse a sí mismas, por lo que aparecen con una actitud de autoconfianza y de autonomía muy marcadas sobre el trasfondo de una abismal inseguridad y enormes cantidades de ansiedad. Suelen ser personas físicamente atractivas e ingeniosas.
Ej. Barbie, modelos en general, cenicienta.
Amor: amor-narcisista. En este eneatipo el amor está reducido al “amor” a la propia imagen, sustentando su autovaloración en la valoración del entorno, es decir, en una alienación. De aquí que su identidad sea frágil, cuando no vacía, sustituyendo la necesidad de amar por la de tener éxito y reconocimiento. Competitivo, con baja tolerancia a la frustración y con escasa capacidad de entrega y apertura emocional, teme el rechazo por sobre todas las cosas. Por esto es que el amor se convierte en una intensa empresa de conquista y seducción, generando la secreta convicción de que no existe el amor auténtico, sino sólo fachadas y mentiras. Son personas sociables, muy orientadas a las relaciones, en el sentido de su dependencia de la valoración externa. En un orden de prioridades, este eneatipo “ama” en primerísimo lugar su propia imagen (sustentada en valoraciones externas), estando lo social en un segundo lugar. Casi no hay lugar para el amor admirativo, pues todo aquí tiene que ver con un interés inmediato.
Origen: La infancia del eneatipo III está marcada por un no ser visto ni atendido en sus necesidades narcisistas. Ni su padre ni su madre las miraron, pese a sus esfuerzos por llamar la atención. De este modo, aprenden que nunca es suficiente el esfuerzo que hay que poner para lograr acaparar las miradas, temiendo profundamente ser ignoradas. Suelen crecer en contextos donde el decir la verdad suele ser penalizado o donde se aparenta lo que no se es o no se tiene. De ahí que podamos suponer que el eneatipo III surge principalmente por identificación con una o ambas figuras parentales.
Virtud o desafío: Veracidad, autenticidad, ser uno mismo. Mostrarme completo, con lo luminoso y lo oscuro, aunque me avergüence, puede ayudarme a comprender que la aceptación real requiere de una postración auténtica. Desde la perspectiva de las Ideas Santas (Almaas), se trata de cultivar la comprensión de la Santa Armonía o Esperanza: Comprender y actuar según la comprensión de que el orden y la belleza de las cosas son perfectos por sí mismos, por lo que no requieren de mi esfuerzo, de mi voluntad, de mi manipulación. No puedo mejorar ni embellecer lo que ya es perfectamente armónico.
Mudra: Ambas manos con las palmas hacia arriba, dedo medio y pulgar tocándose, apoyadas sobre los muslos. Pecho abierto.
Fuente: Introducción al eneagrama: Una contribución a la Integración de sí mismo.Autor: Rodrigo Brito
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